El Obispillo pide que “los niños sean iguales sin importar su origen”

Miguel Puebla, Obispillo de este año, cumplía con la tradición paseándose por las calles de Burgos a lomos de un caballo blanco. A Miguel le acompañaban César Cuesta, en calidad de vicario y de Hugo Pérez, como secretario

El monasterio de las Salesas acogía el primer acto de este día, en el que se investía a Miguel con sus vestiduras. Tras la visita al arzobispo, Mario Iceta, se dirigía al Ayuntamiento a lomos del caballo blanco donde era recibido por la alcaldesa, Cristina Ayala.

En el Ayuntamiento Miguel Puebla ha pedido una ciudad más inclusiva “donde todos los niños seamos iguales sin importar de dónde vengan”.   También ha pedido que se potencie la cultura para todos, con más programaciones en los centros cívicos además de parques accesibles.

Por otro lado, y en tono jocoso, se ha referido al “fresco de Burgos”. “Queremos hacer una inocentada, pero es una propuesta inocente”, y pedía que todos trabajen para mejorar el desafío de la ciudad, “el frío de Burgos, mejorar, porque eliminarlo sería como quitarle el alma a nuestra ciudad, porque Burgos sin su fresco, sería como la catedral sin el Papamoscas”, apuntaba Miguel.

La fiesta del obispillo es una antigua tradición navideña que se remonta a la Edad Media, y consiste en la investidura de uno de los niños de la Escolanía de los Pueri Cantores de la Catedral y que ese año hace su primera comunión como máxima autoridad. La tradición se perdió al desaparecer la escolanía, pero se recuperó en 1998.