Los neandertales fueron capaces de comunicarse oralmente
«El lenguaje», de Mercedes Conde Valverde, un nuevo Cuaderno de Atapuerca, de la serie Origen
Esta semana se publica El lenguaje. En busca de las primeras palabras, un nuevo número de la colección “Origen, Cuadernos de Atapuerca”, editado por Diario de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca y en el que también colabora la Fundación Atapuerca.
Este cuaderno se corresponde con el número 24 de esta antología de la Prehistoria, que coordina científicamente el profesor de la Universidad de Burgos Carlos Díez. Estos libros son de lectura rápida e ideales para dominar un tema en poco tiempo.
Conocer el momento en que los seres humanos comenzamos formar palabras para comunicarnos, es una de las tareas más difíciles para los estudiosos de la evolución humana. Las palabras no fosilizan, de tal forma que debemos buscar métodos indirectos para abordar el habla humana. Mercedes Conde, investigadora de la Universidad de Alcalá de Henares y del Centro Francisco Javier Muñiz, nos cuenta en un nuevo cuaderno de la serie Origen, patrocinado por la Fundación Atapuerca, cómo puede abordarse esa búsqueda del lenguaje oral cuando sólo contamos con unos pocos huesos de la larga historia de los bípedos parlantes.
Para la doctora Conde, el mejor método con el que contamos es el estudio de la cavidad auditiva, dada la estrechísima relación entre los sonidos que escuchamos y los que emitimos. Reconstruyendo la bioacústica, las ondas que llegan a nuestro cerebro, variables en su frecuencia en cada animal, nos es posible apreciar que los chimpancés y los primeros homininos escuchan con una frecuencia distinta a los humanos actuales, por lo que su habla en nada se parece o se pudo parecer a la nuestra.
Los preneandertales de la Sima de los Huesos, de hace unos 400.00 años, ya muestran unos patrones auditivos complejos y más similares a la humanidad actual, por lo que es muy probable que comunicaran con palabras sus pensamientos.
Responder a qué motivó la aparición del habla es realmente difícil, pero Mercedes Conde sostiene en su libro que un crecimiento cerebral, la enseñanza de la producción de instrumentos, la sensibilidad artística para dar significado a dibujos o grabados o la cooperación en la caza comunal, parecen pruebas que atestiguan el gran salto de eficacia que supuso el habla para el aprendizaje y la sociabilidad humana. En contra de muchos investigadores, Conde ve claras pruebas en el registro arqueológico y paleontológico, que otras especies distintas a la nuestra, como los neandertales, fueron capaces de comunicarse oralmente, mandando ideas y sonidos que hicieron ampliar nuestros conocimientos y destrezas.