La Guardia Civil denuncia a dos vehículos todoterreno por daños en el entorno natural

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Las quejas de varios ciudadanos del cinturón verde de Burgos así como de la provincia puso en sobre aviso a la Comandancia. Esta actividad «fuera-pista» erosiona la cubierta vegetal, origina pequeños barrancos y supone un riesgo para las personas, la fauna y la flora

La Guardia Civil ha levantado un total de 2 actas denuncia a otros tantos propietarios de vehículos a motor, por graves infracciones a la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes y a la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, al sorprenderles cuando circulaban por el monte fuera de las pistas y por lugares no autorizados e incumplir la normativa.

El SEPRONA recababa días atrás información, ante la proliferación de quejas de ciudadanos del entorno del cinturón verde de la capital y de otros puntos de la provincia, relacionadas con actividades al aire libre preferentemente durante los fines de semana, en las que participaban vehículos 4×4, motocicletas y quads que circulaban campo a través, bien ascendiendo o descendiendo laderas, horadando profundamente el terreno.

2. surcos y trialeras. jpg
Vehículo todoterreno

En un amplio dispositivo de vigilancia desplegado por toda la provincia, se ha comprobado el continuo paso de estas motorizaciones de gran potencia, a veces a grandes velocidades para salvar los desniveles o las dificultades orográficas, que originan surcos y degradan por erosión la cubierta vegetal. El resultado ha sido la identificación de 2 vehículos y la confección de 2 actas denuncia, por infracciones en la materia, que serán puestas en conocimiento de la Administración correspondiente, además del lógico malestar de otros usuarios por el perjuicio que les crea, al dificultar o limitar la circulación, estas maniobras ocasionan un severo daño al entorno natural.

Este tipo de conducción requiere de unos determinados permisos y está sujeta tanto a la legislación nacional como a la normativa autonómica de cada Comunidad que lo regula, y además supone un riesgo al poner en peligro la fauna y la flora local, la vida propia de quien la realiza y la de terceras personas como ciclistas o paseantes que transitan por estos parajes, sin olvidar la posible contaminación acústica en que se puede incurrir.

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