Cuando el Covid-19 hace más duro el adiós a los difuntos
La diócesis habilitará un número de teléfono para acompañar en el duelo a las familias que pierden a un ser querido. Los sacerdotes han creado una «bolsa de solidaridad» para sepultar a los difuntos.
Las medidas impuestas por la Junta de Castilla y León ante el «estado de alarma» ha obligado modificar las habituales despedidas a los difuntos. Ahora, para prevenir contagios, no se celebran ni velatorios ni funerales ni exequias, con lo que las familias deben sepelir o incinerar a sus muertos de una manera «mucho más dramática y complicada», en la más estricta intimidad y sin poderse consolar con un abrazo o un apretón de manos.
El coordinador del trabajo pastoral en los tanatorios de la ciudad, el sacerdote Rafael Cubillo, asegura que es una situación «excepcional» en la que él se ve «muy limitado e incapacitado, impotente por no poder hacer más» en el acompañamiento a las familias que lloran la pérdida de un ser querido. «Es muy desagradable ver que no pueden despedirse de ellos, ni siquiera velar al cadáver», pues los trabajadores tienen restringido cualquier contacto directo con los finados, como vestirlos o maquillarlos, hayan fallecido o no a causa del coronavirus. Además, las distancias de seguridad impuestas impiden tener abiertas las salas velatorias y se han suprimido los funerales, los cortejos fúnebres y otros ritos de exequias.
«Ahora, simplemente rezamos un breve responso, bien en la sala crematoria, bien al pie de la tumba donde van a ser enterrados, pero nada más», sostiene Cubillo a la vez que asegura que esta situación añade más dramatismo al dolor de las familias. «Ahora tenemos que rezar más y desear que pase esta situación cuanto antes, porque está siendo muy duro», mientras prevé que los difuntos a causa del Covid-19 se multipliquen en las próximas semanas.
Solidaridad y cercanía
Estos días, para evitar que los capellanes del cementerio de San José (de avanzada edad) puedan también caer enfermos, los sacerdotes de la ciudad han creado una «bolsa de solidaridad» para turnarse a la hora de enterrar a los muertos. En total, trece sacerdotes de mediana edad se han distribuido en turnos de mañana y tarde durante toda la semana para que los difuntos puedan ser sepultados, aunque sea, con un sencillo responso.
«Es tristísimo, muy duro, tremendo», asegura Fernando García Cadiñanos, vicario general de la diócesis y coordinador de esta «bolsa de curas». «Esta situación complica mucho a las familias a hacer un duelo más sosegado» e impide el acompañamiento pastoral que muchas familias requieren en estos momentos. Por eso, desde la vicaría general, en coordinación con el Centro de Orientación Familiar, se trabaja ya en habilitar un teléfono de contacto con un psicólogo para ayudar a las familias a hacer más llevadero este momento de la separación. Estará listo en los próximos días.