La villa ducal vuelve a recrear el esplendor del Siglo de Oro
En el siglo XVI, Carlos I y Felipe II quisieron imponer con las armas la hegemonía de España en Europa. El Duque de Lerma, valido de Felipe III, se empeñó en mostrar la grandeza española, impresionando a los embajadores extranjeros con aquellas grandes fiestas, que ocultaron por algún tiempo la decadencia de una nación agotada por las guerras del siglo anterior.
Fueron fiestas deslumbrantes, llenas de colorido y de ruidos, de elementos populares y artísticos. Incorporaron personajes y tradiciones ancestrales que al no poder desarraigar, la iglesia terminó por dar un significado cristiano. Nacieron del pueblo y arraigaron tanto, que muchos de sus carnavales y procesiones religiosas.
Estas fiestas de carácter religioso y profano contaron con la aportación de genios de la literatura, como Lope de Vega o Calderón. Todos los autores dramáticos del Siglo de Oro escribieron obras de teatro, autos sacramentales, entremeses, mascaradas, loas y mojigangas para la fiesta barroca.
Fiestas atractivas para todos, quizás los únicos actos en los que participaban el pueblo y la nobleza. Como espectadores se encontraban la nobleza e intelectualidad y las gentes de la comarca, que en estos días acudían masivamente a Lerma. También intervenían como actores.
Los nobles más importantes de la Corte se empeñaban en mostrar su valentía y habilidad en el juego de cañas. Los pueblos de Lerma, Gumiel de Mercado, Santa María del Campo, Quintanilla de la Mata… preparaban mascaradas para engrandecer la fiesta y halagar al Duque.
La Fiesta Barroca ha logrado hacerse un hueco en el calendario festivo estival y cada año cientos de burgaleses y visitantes se acercan a la villa ducal para retroceder en el tiempo hasta el siglo XVII. Vecinos, hosteleros y comerciantes disfrutan también de la repercusión y el movimiento que genera esta fiesta.
El viernes 2 y el sábado 3, volvía a las calles de Lerma el desfile barroco. El viernes el protagonista era el Duque de Lerma, a quien se recibió en el Arco de la Cárcel y a quien se entregó las llaves de la villa. Ya el sábado, se abrían los campamentos de los Tercios en la Plaza de San Blas, con actividades de instrucción de las diferentes armas y utensilios. Por la tarde, desfile barroco y el Duque recibía al Rey y le entregaba las llaves. Nobleza y pueblo agasajaban al monarca con un espectáculo de danza de corte y enanos, música y malabares.
El grupo de teatro La Hormiga representaba en la Plaza de Santo Domingo, «La burgalesa de Lerma’, de Lope de Vega, el viernes y el sábado y ese mismo día también tendráía lugar el tradicional «correfuegos».
El domingo por la mañana volvían a abrir los campamentos de los Tercios en la Plaza de San Blas, con actividades de instrucción de las diferentes armas y utensilios, y se recreaban combates de Tercios en la finca «El Parque», junto a las piscinas municipales.